Esta contribución llama la atención sobre una crisis que puede afectar la lexicografía y su futuro papel en la sociedad; explora las raíces de tal crisis y postula que su solución reside en la producción de una nueva generación de herramientas lexicográficas orientadas por una avanzada teoría y apoyadas en un extenso uso de las nuevas tecnologías. Sobre esta base presenta algunos fundamentos de la teoría funcional de la lexicografía y defiende la idea de que la lexicografía debe considerarse como una disciplina independiente. Al hacer hincapié en tal independencia, la contribución no menosprecia los importantes resultados que se han logado dentro de otras disciplinas independientes, como p.ej. la lingüística y la ciencia de la información, ya que recomienda que se haga amplio uso de estos resultados pero solo después de hacerlos pasar por un filtro que determina lo que es relevante o irrelevante para la lexicografía. De tal forma confirma la gran vocación interdisciplinaria tradicional de la lexicografía con vistas a mejorar la calidad de los diccionarios, y demás herramientas lexicográficas, y colocar la lexicografía a la altura de las necesidades de una sociedad que cada vez más demanda información fiable y fácilmente accesible, especialmente después de la llegada de Internet.